Un estudio realizado por encargo de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo aborda la cuestión de la dependencia de la Unión Europea de las importaciones de insumos. Su conclusión es que, en general, la agricultura comunitaria no depende mucho de las importaciones de medios de producción, salvo en dos casos.

Por un lado, el sector porcino y el avícola son muy dependientes de las importaciones de habas y harina de soja para la alimentación de los animales; y, por otro, el sector de los cereales lo es de las importaciones de abonos. Esta dependencia se concentra, además, en un número reducido de proveedores. En el caso de los fertilizantes, el 23% del fosfato y el 34% de la potasa utilizados en la UE proceden de Rusia. En cuanto a la soja, la UE importa el 46% de Brasil y el 39% de Argentina.

Para reducir esta dependencia, el estudio sugiere, entre otras medidas, la apertura del comercio con el fin de multiplicar las fuentes de suministro. También considera necesario mejorar la productividad de los cultivos sin recurrir a técnicas que requieran muchos insumos, por ejemplo, las que reducen las pérdidas de nutrientes y, con ello, el uso de fertilizantes.

El desarrollo de fuentes alternativas de proteínas para la alimentación animal es otra de las propuestas del informe. Precisamente, los ministros de Agricultura de la UE abordarán este problema de la dependencia comunitaria de ciertos insumos en su sesión informal del 7 al 9 de abril, que tendrá lugar en la región belga de Limburgo; en ella la Comisión Europea tiene previsto presentar un plan o estrategia para la producción de proteaginosas.