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El medio agrario también necesita atraer talento para que siga cumpliendo su función vital de proveer de alimentos a la población. Sin embargo, hoy en día, convencer a jóvenes para que se conviertan en agricultores o ganaderos supone un gran reto dado el escaso prestigio social de estas profesiones.

La edad media de los profesionales del campo en la Unión Europea y en España es de 55 años. Según Eurostat, solo el 6,5% de los administradores de explotaciones agrícolas en el conjunto de la UE tenían menos de 35 años en 2020. En nuestro país el panorama no es mejor: las explotaciones agrarias a cargo de menores de 35 años suponen el 3% del total. Este dato contrasta enormemente con el 40% de titulares que superan los 64 años. Visto desde otro punto de vista, en la década de 2020, 6 de cada 10 agricultores entrarán en edad de jubilación.

Las autoridades europeas son muy conscientes tanto de la urgencia de garantizar el relevo generacional como de la necesidad de modernizar las explotaciones agrarias y ganaderas a las nuevas necesidades ambientales y sociales. En consecuencia, la nueva política agraria común (PAC) refuerza las ayudas a jóvenes agricultores para aligerar los problemas que encuentran a la hora de acceder a la financiación necesaria.

Dos tipos principales de ayudas a jóvenes agricultores

En primer lugar, es necesario tener claras las dos ayudas específicas para jóvenes que contempla la PAC:

- Ayudas directas del primer pilar. De ámbito nacional, se consideran como un pago suplementario que se recibe durante 5 años. El importe se sitúa en el valor medio regional de los derechos de pago hasta un máximo de 100 ha. Si la beneficiaria es mujer, ya sea titular o cotitular de la explotación, la ayuda aumenta un 15%.

- Ayudas a la primera incorporación de jóvenes agricultores del segundo pilar. Se trata de ayudas puntuales incluidas en los Planes de Desarrollo Rural (PDR) de cada comunidad autónoma. Por tanto, son éstas las que determinan los requisitos, procedimientos y la cuantía, que oscila entre los 20.000€ y 70.000€

Las CCAA tienen también competencia para aplicar en sus territorios otras medidas que favorezcan a los futuros jóvenes agricultores, por ejemplo, para formación, asesoramiento o inversión en tierras.

El acceso a la tierra, la primera barrera a la incorporación

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los jóvenes que quieren comenzar a trabajar en el sector agrario es la dificultad para acceder a tierras de cultivo. Hay tres factores que explican en gran parte este problema: la menor superficie en propiedad de la que parte cada joven, la baja movilidad de la tierra (tanto para la compraventa como para el arrendamiento) y su elevado precio.

Así, salvo que accedan a tierras en propiedad de la familia (ocurre en el 59% de los casos), muchos jóvenes tendrán que conformarse con el 32,6% de SAU disponible en régimen de arrendamiento. Para paliar este problema se han puesto en marcha los llamados bancos de tierra.

Estos bancos son entidades generalmente públicas ligadas al territorio (comunidades autónomas, comarcas y municipios) que median entre los propietarios de fincas rústicas y los demandantes de tierras. Estas tierras habitualmente muestran cierto grado de abandono, por lo que el joven que acceda a ellas debe ser consciente de que necesitará acometer cierta inversión para volver a cultivarla. De esta manera, los bancos de tierra, además de contribuir a aumentar la oferta de tierras disponibles, constituyen una vía para la recuperación de tierras abandonadas.

Desde el punto de vista financiero cabe destacar que, en la nueva PAC, la compra de tierras puede constituir hasta el 100% de la inversión elegible, siempre y cuando se haga a través de instrumentos financieros y los destinatarios sean jóvenes agricultores.

Requisitos y consejos a tener en cuenta a la hora de solicitar ayudas

Las ayudas contempladas en la política agraria común con bastante complejas por sí mismas, a lo que se añade el hecho de que en nuestro país tenemos 17 comunidades autónomas encargadas de diseñar y gestionar una parte muy importante de estas. A continuación, citamos los requisitos habituales que exigen la mayoría de CCAA.

La edad

Hace no muchos años, se consideraba joven agricultor a aquel que no superaba los 35 años. Dada la falta de relevo generacional han tenido que subir la edad cinco años. Por tanto, hoy en día, el primer requisito para ser considerado joven agricultor es tener una edad comprendida entre los 18 y 40 años (ambos inclusive).

La formación

Esa idea de que quien no valía para estudiar se quedaba en el campo se ha quedado totalmente anticuada. El agricultor o ganadero actual tiene que abarcar varias facetas (técnica, económica, laboral, ambiental, etc..) en su quehacer diario y además debe actualizarse para ser mínimamente competitivo en el sector agroalimentario.

En coherencia, las autoridades exigen a los jóvenes demandantes un nivel suficiente de formación o capacitación, o el compromiso de adquirirla en un futuro cercano. En España se admite el título de ingeniero agrónomo o uno de Formación Profesional Agrícola.

Muchos jóvenes utilizan una vía de acceso alternativa consistente en acreditar experiencia laboral en el sector agrario y hacer un Curso de Incorporación a la Empresa Agraria. Este curso sería el requisito mínimo en cuanto a formación, tiene una duración de unas 150 horas, e incluye módulos de contabilidad, gestión, economía y de agronomía.

Hay que tener en cuenta además que, para recibir las ayudas contempladas en la PAC, todo agricultor o ganadero debe cumplir con los requisitos, cada vez más exigentes, de condicionalidad reforzada. Por tanto, es necesario conocer bien las normativas de medio ambiente, cambio climático, salud pública, sanidad vegetal así como salud y bienestar animal que puedan afectarle.

El plan empresarial

Para asegurar el buen uso de las ayudas, la formación no es suficiente. Las administraciones suelen pedir un plan empresarial que contemple cierta previsión por parte del solicitante sobre la manera en la que va a desarrollar sus actividades productivas. Al fin y al cabo, el agricultor o el ganadero también es un empresario y debería actuar como tal para asegurar la sostenibilidad económica de su negocio.

Por una parte, las ayudas a la renta se dan por cinco años y los jóvenes asumen el compromiso de ejercer la actividad agraria en la explotación durante este tiempo y mantener las inversiones que han sido objeto de ayuda.

En este sentido, resulta muy aconsejable tener siempre presente que las ayudas directas de la PAC, ya sea como joven o como agricultor consolidado funcionan como una red de seguridad, pero no deberían ser la principal fuente de ingresos. Obviamente, su peso en las cuentas dependerá del tipo de explotación: mientras que las hortalizas o el porcino intensivo no reciben ayudas, para el ovino extensivo ese apoyo económico resulta fundamental. Una buena proporción estaría en torno al 30 -70: 30% de ingresos procedentes de ayudas y el 70% restante resultado de los ingresos propios.

Una opción para quien tenga dudas y quiera comprobar personalmente si la actividad agraria o ganadera es lo suyo, puede ser el programa formativo “Cultiva” organizado por el Ministerio de Agricultura.

El importante apoyo de las cooperativas a los jóvenes socios

Dar este paso en solitario puede resultar muy complicado. Es muy recomendable buscar acompañantes, socios o entrar a formar parte de una cooperativa agraria.

A nivel territorial, las cooperativas agrarias suelen ser la mejor herramienta para la incorporación de los jóvenes al sector agrario. Permiten garantizar la continuidad de los socios en su negocio, que, dado el escaso relevo generacional, supone una amenaza para su propio futuro.

Emilio de León, director de Producciones Ganaderas en la cooperativa COVAP, nos aporta un buen ejemplo de cómo una cooperativa puede prestar un gran apoyo a los jóvenes que quieran incorporarse como ganaderos. Según nos cuenta, “en su departamento facilitan desde el asesoramiento en la especie y raza a elegir para su explotación, la gestión de las ayudas de la primera instalación con la administración competente, el asesoramiento integral (sanidad, medioambiente, bienestar animal, calidad, etc.), el aseguramiento de la comercialización de las producciones sin olvidar la formación integral del ganadero”.

Consulta en tu oficina comarcal agraria más cercana

En el espacio de un artículo no es posible abarcar las ayudas estatales, autonómicas o las que puedan ofrecer bancos, cooperativas u otras entidades. Cada una tiene sus características y requisitos propios, de los que conviene informarse previamente.

Como se ha apuntado anteriormente, los requisitos y procedimientos para solicitar las ayudas pueden variar dependiendo de la Comunidad Autónoma y de la convocatoria específica. Por esta razón lo más conveniente es consultar con un asesor especializado o en la oficina comarcal agraria más cercana para obtener una información más detallada y actualizada.

12/07/24 7:16
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Guía práctica para la incorporación de jóvenes agricultores, el futuro del campo

El medio agrario necesita atraer talento para que siga cumpliendo su función vital de proveer de alimentos a la población

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Otros de agricultura, Subvenciones
Roberto Gomez
12/07/24
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El medio agrario también necesita atraer talento para que siga cumpliendo su función vital de proveer de alimentos a la población. Sin embargo, hoy en día, convencer a jóvenes para que se conviertan en agricultores o ganaderos supone un gran reto dado el escaso prestigio social de estas profesiones.

La edad media de los profesionales del campo en la Unión Europea y en España es de 55 años. Según Eurostat, solo el 6,5% de los administradores de explotaciones agrícolas en el conjunto de la UE tenían menos de 35 años en 2020. En nuestro país el panorama no es mejor: las explotaciones agrarias a cargo de menores de 35 años suponen el 3% del total. Este dato contrasta enormemente con el 40% de titulares que superan los 64 años. Visto desde otro punto de vista, en la década de 2020, 6 de cada 10 agricultores entrarán en edad de jubilación.

Las autoridades europeas son muy conscientes tanto de la urgencia de garantizar el relevo generacional como de la necesidad de modernizar las explotaciones agrarias y ganaderas a las nuevas necesidades ambientales y sociales. En consecuencia, la nueva política agraria común (PAC) refuerza las ayudas a jóvenes agricultores para aligerar los problemas que encuentran a la hora de acceder a la financiación necesaria.

Dos tipos principales de ayudas a jóvenes agricultores

En primer lugar, es necesario tener claras las dos ayudas específicas para jóvenes que contempla la PAC:

- Ayudas directas del primer pilar. De ámbito nacional, se consideran como un pago suplementario que se recibe durante 5 años. El importe se sitúa en el valor medio regional de los derechos de pago hasta un máximo de 100 ha. Si la beneficiaria es mujer, ya sea titular o cotitular de la explotación, la ayuda aumenta un 15%.

- Ayudas a la primera incorporación de jóvenes agricultores del segundo pilar. Se trata de ayudas puntuales incluidas en los Planes de Desarrollo Rural (PDR) de cada comunidad autónoma. Por tanto, son éstas las que determinan los requisitos, procedimientos y la cuantía, que oscila entre los 20.000€ y 70.000€

Las CCAA tienen también competencia para aplicar en sus territorios otras medidas que favorezcan a los futuros jóvenes agricultores, por ejemplo, para formación, asesoramiento o inversión en tierras.

El acceso a la tierra, la primera barrera a la incorporación

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los jóvenes que quieren comenzar a trabajar en el sector agrario es la dificultad para acceder a tierras de cultivo. Hay tres factores que explican en gran parte este problema: la menor superficie en propiedad de la que parte cada joven, la baja movilidad de la tierra (tanto para la compraventa como para el arrendamiento) y su elevado precio.

Así, salvo que accedan a tierras en propiedad de la familia (ocurre en el 59% de los casos), muchos jóvenes tendrán que conformarse con el 32,6% de SAU disponible en régimen de arrendamiento. Para paliar este problema se han puesto en marcha los llamados bancos de tierra.

Estos bancos son entidades generalmente públicas ligadas al territorio (comunidades autónomas, comarcas y municipios) que median entre los propietarios de fincas rústicas y los demandantes de tierras. Estas tierras habitualmente muestran cierto grado de abandono, por lo que el joven que acceda a ellas debe ser consciente de que necesitará acometer cierta inversión para volver a cultivarla. De esta manera, los bancos de tierra, además de contribuir a aumentar la oferta de tierras disponibles, constituyen una vía para la recuperación de tierras abandonadas.

Desde el punto de vista financiero cabe destacar que, en la nueva PAC, la compra de tierras puede constituir hasta el 100% de la inversión elegible, siempre y cuando se haga a través de instrumentos financieros y los destinatarios sean jóvenes agricultores.

Requisitos y consejos a tener en cuenta a la hora de solicitar ayudas

Las ayudas contempladas en la política agraria común con bastante complejas por sí mismas, a lo que se añade el hecho de que en nuestro país tenemos 17 comunidades autónomas encargadas de diseñar y gestionar una parte muy importante de estas. A continuación, citamos los requisitos habituales que exigen la mayoría de CCAA.

La edad

Hace no muchos años, se consideraba joven agricultor a aquel que no superaba los 35 años. Dada la falta de relevo generacional han tenido que subir la edad cinco años. Por tanto, hoy en día, el primer requisito para ser considerado joven agricultor es tener una edad comprendida entre los 18 y 40 años (ambos inclusive).

La formación

Esa idea de que quien no valía para estudiar se quedaba en el campo se ha quedado totalmente anticuada. El agricultor o ganadero actual tiene que abarcar varias facetas (técnica, económica, laboral, ambiental, etc..) en su quehacer diario y además debe actualizarse para ser mínimamente competitivo en el sector agroalimentario.

En coherencia, las autoridades exigen a los jóvenes demandantes un nivel suficiente de formación o capacitación, o el compromiso de adquirirla en un futuro cercano. En España se admite el título de ingeniero agrónomo o uno de Formación Profesional Agrícola.

Muchos jóvenes utilizan una vía de acceso alternativa consistente en acreditar experiencia laboral en el sector agrario y hacer un Curso de Incorporación a la Empresa Agraria. Este curso sería el requisito mínimo en cuanto a formación, tiene una duración de unas 150 horas, e incluye módulos de contabilidad, gestión, economía y de agronomía.

Hay que tener en cuenta además que, para recibir las ayudas contempladas en la PAC, todo agricultor o ganadero debe cumplir con los requisitos, cada vez más exigentes, de condicionalidad reforzada. Por tanto, es necesario conocer bien las normativas de medio ambiente, cambio climático, salud pública, sanidad vegetal así como salud y bienestar animal que puedan afectarle.

El plan empresarial

Para asegurar el buen uso de las ayudas, la formación no es suficiente. Las administraciones suelen pedir un plan empresarial que contemple cierta previsión por parte del solicitante sobre la manera en la que va a desarrollar sus actividades productivas. Al fin y al cabo, el agricultor o el ganadero también es un empresario y debería actuar como tal para asegurar la sostenibilidad económica de su negocio.

Por una parte, las ayudas a la renta se dan por cinco años y los jóvenes asumen el compromiso de ejercer la actividad agraria en la explotación durante este tiempo y mantener las inversiones que han sido objeto de ayuda.

En este sentido, resulta muy aconsejable tener siempre presente que las ayudas directas de la PAC, ya sea como joven o como agricultor consolidado funcionan como una red de seguridad, pero no deberían ser la principal fuente de ingresos. Obviamente, su peso en las cuentas dependerá del tipo de explotación: mientras que las hortalizas o el porcino intensivo no reciben ayudas, para el ovino extensivo ese apoyo económico resulta fundamental. Una buena proporción estaría en torno al 30 -70: 30% de ingresos procedentes de ayudas y el 70% restante resultado de los ingresos propios.

Una opción para quien tenga dudas y quiera comprobar personalmente si la actividad agraria o ganadera es lo suyo, puede ser el programa formativo “Cultiva” organizado por el Ministerio de Agricultura.

El importante apoyo de las cooperativas a los jóvenes socios

Dar este paso en solitario puede resultar muy complicado. Es muy recomendable buscar acompañantes, socios o entrar a formar parte de una cooperativa agraria.

A nivel territorial, las cooperativas agrarias suelen ser la mejor herramienta para la incorporación de los jóvenes al sector agrario. Permiten garantizar la continuidad de los socios en su negocio, que, dado el escaso relevo generacional, supone una amenaza para su propio futuro.

Emilio de León, director de Producciones Ganaderas en la cooperativa COVAP, nos aporta un buen ejemplo de cómo una cooperativa puede prestar un gran apoyo a los jóvenes que quieran incorporarse como ganaderos. Según nos cuenta, “en su departamento facilitan desde el asesoramiento en la especie y raza a elegir para su explotación, la gestión de las ayudas de la primera instalación con la administración competente, el asesoramiento integral (sanidad, medioambiente, bienestar animal, calidad, etc.), el aseguramiento de la comercialización de las producciones sin olvidar la formación integral del ganadero”.

Consulta en tu oficina comarcal agraria más cercana

En el espacio de un artículo no es posible abarcar las ayudas estatales, autonómicas o las que puedan ofrecer bancos, cooperativas u otras entidades. Cada una tiene sus características y requisitos propios, de los que conviene informarse previamente.

Como se ha apuntado anteriormente, los requisitos y procedimientos para solicitar las ayudas pueden variar dependiendo de la Comunidad Autónoma y de la convocatoria específica. Por esta razón lo más conveniente es consultar con un asesor especializado o en la oficina comarcal agraria más cercana para obtener una información más detallada y actualizada.